martes, 14 de febrero de 2012

A propósito de la condena a Garzón

La persecución que desde el Tribunal Supremo junto con la derecha y su poder mediático (posicionado ya en la ultraderecha), ciertos sectores del llamado progresismo (Jueces para la Democracia, una parte del PSOE), sin olvidar las presiones que desde Estados Unidos se han ejercido contra él, se ha orquestado contra el juez (así debemos seguir llamándole) Garzón hasta conseguir expulsarle del sistema judicial y de paso manchar su nombre, es un reflejo de lo podridas que están las instituciones del estado.

La condena por prevaricación de la que ha sido objeto es insostenible por su propia definición (dictar a sabiendas resolución injusta), como reconocidos juristas afirman, porque tanto en el caso de las escuchas como en la investigación de los crímenes del franquismo diferentes instancias del estado (jueces, fiscales y policía) y organismos internacionales han mantenido y defendido una postura similar.

Lo insostenible de la condena coloca al propio Tribunal Supremo en la fundada sospecha de haber prevaricado para deshacerse de un juez que les era incómodo. Si a esto unimos la indefensión a la que se ha sometido toda la defensa de Garzón y el hecho de que el Tribunal se haya saltado las más elementales normas de imparcialidad la sospecha pasa a ser más que sospecha. Hasta el orden de las sentencias están orquestadas en un tribunal con apariencia de tres.

Carlos Dívar y los que han orquestado y jaleado esta cacería en el colmo de la desvergüenza quieren endosar el descrédito del Tribunal Supremo a las críticas por sus actuaciones. No, el Tribunal Supremo es un cáncer de un sistema enfermo. El Tribunal Supremo se ha hundido en el descrédito más absoluto y con él al propio sistema democrático, que queda herido de muerte. ¿Cómo se puede tolerar que los corruptos sean considerados personas honorables con el aval de la justicia y personas honorables deban ser tachadas de delincuentes? ¿Qué justicia puede ser llamada tal si sólo pone obstáculos o ignora la búsqueda de desaparecidos , que es sorda al sufrimiento de los que padecieron los crímenes del régimen totalitario franquista, que desprecia a los que lucharon por lo que legitima al propio Tribunal, la democracia?

El franquismo sigue vivo : la condena de Garzón (el hecho más grave ocurrido desde el 23-F), el servicio que desde la justicia se presta a los intereses de la derecha, la utilización de instituciones públicas para exaltar la figura de Franco y su régimen, la ocultación de información (si no destrucción) sobre el papel del rey en el intento de golpe de estado ( ahora sabemos de la comprensión que le merecían los golpistas), la misma oligarquía dictando la política económica y recibiendo trato de favor en la justicia…

Sin duda el régimen actual (monarquía) va a tener problemas de legitimación por la sencilla razón de que no ha sabido, querido o podido desvincularse de su origen franquista. Sí, el régimen monárquico español padece un cáncer con metástasis (todavía no es del todo consciente de ello) y se necesita tratamiento urgente o será demasiado tarde.

Guy Cuervo

No hay comentarios:

Publicar un comentario